Consiste en una rama del coaching que, a partir de la observación en un contexto determinado, brinda un análisis que permite ver qué es lo que hay debajo de la superficie de la dinámica en la que se desenvuelve el cliente. En este sentido, el shadow coaching suele aplicarse en la gran mayoría de los casos a un solo cliente, o un equipo pequeño, y se escoge una o más dinámicas específicas para realizar dicho análisis.
La principal diferencia entre el coaching y el shadow coaching es que el coach está presente a cada momento y es testigo de la forma de actuar de los empleados y sus jefes, por lo que es posible establecer unos retos y unas metas a medida en cada circunstancia. Actúa en las tres fases de una jornada laboral: antes -para planificar el día y los diferentes actos que haya en él-, durante -para corregir y empoderar a los directivos (a través de cifras y preguntas que pueden ayudarle a realizar mejor su labor)- y después del día -con un análisis profundo y un programa de acción posterior-.
Es importante destacar que el experto no interrumpe al líder del grupo, sino espera a que finalice, con el fin de no dejarlo en evidencia.
La importancia de los datos en los equipos
Tal y como apunta la revista Capital Humano, cuando se trabaja en equipo, el coach dirige a un grupo de personas, su papel esta también en hacerlos reflexionar con hechos, observaciones y preguntas como: «En los 30 minutos que llevamos de reunión, tres personas han hablado el 95% del tiempo, mientras que las cinco restantes el 5%. ¿Qué significa esto?».
La finalidad es encontrar los puntos fuertes y los puntos débiles del grupo para así redirigir los esfuerzos hacia compromisos reales y alcanzables, trabajar la motivación y la inteligencia emocional y sacar el máximo rendimiento de los integrantes.
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